El cono quebrado de la palapa señala el corazón de la casa. Lo resguarda de un cielo que parece incendiarse en la tarde. Es notable la calidad y maestría de la mano de obra, manifiesta en todo: en las columnas y los morillos, en el plafón y el envarado que filtra el sol; en los muros de piedra, en las celosías de madera, en el detalle de los pisos.